02 marzo, 2013

La influencia de la caña sobre la vida y el paisaje del Nordeste


Análisis de la relación entre la preservación del medio ambiente y el desarrollo, presente en la obra Nordeste, de Gilberto Freyre

En el prólogo de la primera edición de Nordeste, de 1937, Gilberto Freyre revela su visión profética de la realidad que lo cerca cuando hace un primer intento de estudiar el aspecto ecológico presente en la cultura de la caña de azúcar, cultura predominante en el nordeste brasileño. Hoy, existe una unanimidad en reconocer que, aunque no fuera el precursor genérico de la ecología, él sea el responsable de introducir la reflexión y preocupación ecológica, en el Brasil; y, como confirma Manuel Correia de Andrade, en la presentación de la sétima edición de Nordeste, del 2004, que «foi ele que primeiro aplicou os conceitos ecológicos a grandes espaços territoriais no territorio brasileiro»[1].
Pero, ¿a cuál nordeste Freyre se refiere[2]? Es del nordeste que se estructura bajo la triade latifundio-monocultivo-esclavitud; más que, del nordeste pastoril, que él estudia; el nordeste cañaveral, aun más específicamente la zona da mata nordestina[3]. Su obra, Nordeste, surge en un contexto sui géneris: el apogeo y decadencia de la cultura del azúcar; en la transición hacia un nuevo estilo de sociedad, de la sociedad rural a la sociedad urbana. ésto permite a Freyre de unir, en sus preocupaciones sobre la ecología, unos componentes históricos y antropológicos, que le permitirá poner en cuestión las razones por la cuales, segundo él, la cultura agrícola, que hasta entonces prácticamente detenía el monopolio de la ocupación de las grandes zonas fértiles del litoral brasileño, entró en decadencia.
Hoy, cuando hacemos un discurso sobre la ecología, pensamos a la eminencia de la necesidad de la conservación de locus y de la entera realidad terrestre, pensamos en comprender el hombre en su interrelación y interdependencia con la entera humanidad, con la naturaleza, y con las implicaciones ético-religiosas de sus relaciones con el mundo. Cuando, Gilberto Freyre abordó el tema, en los años treinta, mismo sin que fuera consciente del desarrollo que llegaría a haber esta ciencia, ya contemplaba la realidad con los ojos de quien consigue mirar más allá, insiriendo el discurso sobre el ambiente dentro de un discurso más amplio, pensando a la necesidad de la preservación ambiental como condición para conceder a las generaciones futuras aquello che hoy consideramos como calidad de vida. Todavía, debemos desde ya, esclarecer que Freyre no dirigía tal responsabilidad hacia una relación de colaboración con una realidad trascendente, o, como podemos decir, hacia una relación de colaboración con el Creador, como plantea el reciente magistério Católico[4]. Todavía, no encontraremos, en Freyre, una exclusión de tal realidad. Su prospectiva es otra; es, sobretodo, en la tríplica relación: del hombre consigo mismo, del hombre con su semejante y, del hombre, con la naturaleza. Deseando echar las raíces de una ecología humana en la obra del sociólogo nordestino, en esta obra pionera en la preocupación ecológica, hemos tenido que hacer una elección entre un estudio en passant de toda la obra o un estudio del posible conflicto entre la preservación del medio ambiente y el desarrollo economico. Específicamente, la nuestra hipótesis se quedó delimitada así: que, en Nordeste, podemos percibir un conflicto, en el monocultivo de la caña de azúcar, entre la tutela del medio ambiente y el desarrollo sustentable, a medio e longo periodo. Por ésto, miraremos hacia los aspectos destruens de la relación de la caña con la tierra, con el agua, con la mata, con los animales y con el hombre, buscando descubrir el sentido de la expresión gilbertina que podríamos simplificar como el poder devastador del cañaveral[5].
Con el intento de fidelidad al autor, debemos enfatizar que en la visión gilbertiana no todo es destruens. El presente trabajo es un invito a la lectura de la obra y del universo del autor pues estamos seguros que esta obra inspiró el desarrollo de una cultura brasileña, ayudó a re-descubrir el Brasil siendo también el agente causal de acciones dirigidas hacia una agricultura sustentable, impulsando las instituciones más preocupadas con las cuestiones sociales a volver su mirada hacia la situación de los trabajadores del seguimiento agrícola de la caña; y, por fin, que nos indicará los caminos para la renovación de las practicas agrícolas en la zonas de la caña de azúcar.


La agricultura intensiva y la cuestión ecológica

 
El desarrollo de la agricultura es considerado como uno de los factores fundamentales de intervención del hombre en la naturaleza. El proceso de sedentarización humana y la consecuente domesticación de los animales y plantas implicaron el más evidente cambio: el origen de la propiedad privada. Pero como no tenemos la intención de tratar de la historia de la agricultura, buscaremos evidenciar la relación de este sector de actividad con la ecología en la perspectiva de una intervención armónica a través de una agricultura sustentable. En este contexto es evidente el papel asumido por la caña de azúcar con sus notorios efectos devastadores en las áreas donde esta cultura se hizo presente[6].
Durante cinco siglos, la Mata Atlántica[7] proporcionó lucros fáciles: papagayos, colorantes, esclavos, oro, orquídeas y madera para el provecho de sus señores coloniales. Con la devastación y quema de la flora, una camada inmensamente fértil de cenizas hacía posible una agricultura pasiva, imprudente e insostenible. Era otra vía para equilibrar la relación desproporcionada entre el desarrollo agrícola y la población; la acumulación de capital, de tierra y la desaparición de la flora[8].
En el nordeste brasileño todo eso se hará aún más intenso con la llegada de la caña y su posterior desarrollo, como veremos a continuación.

1.     Origen y expansión de la cultivo de la caña de azúcar

La caña de azúcar podrá ser considerada como la cultura agrícola más importante de la historia de la humanidad, pues provocó el más grande fenómeno en términos de movilidad humana, económica, comercial y ecológica; su afirmación como cultura agrícola es milenaria y cubre, aun hoy, grandes áreas del planeta[9]. Al mismo tiempo es, entre todas las plantas domesticadas por el hombre, es una de las más exigentes. Ella casi que esclaviza el hombre, agota el suelo, devora la flora y mata los cursos del agua.
Fue el Oriente que descubrío el azúcar, tiendo la Papua Nueva Guinea como cuna. Los árabes la hicieron llegar en Occidente y fueran los principales mensajeros de su expansión. Los genoveses e venecianos se encargaran de su comercio en Europa. Pero fue en las islas, donde ella encontró uno de los principales invernaderos: Creta, Sicilia, Madeira, Açores, Canárias, Cabo Verde, S. Tomé, Puerto Rico, Cuba, Jamaica.
La realidad socio-económica que sirve de soporte al azúcar revela su carácter dominador en la economía y en la sociedad.
Difícilmente se encontraran formas de utilización de los recursos del suelo que se puedan rivalizar con la agroindustria  de la caña cuanto a la capacidad de condicionar un tipo de sociedad y de economía, de modelar un tipo de paisaje y de estructurar un tipo de arreglo sistematico del espacio[10].
Su exploración intensiva, desde el siglo XV, generó grandes exigencias en términos de mano-de-obra, siendo responsable por el mayor fenómeno migratorio a nivel mundial que tuvo por palco el océano Atlántico: la esclavitud de millones de africanos[11].

2.     La caña de azúcar en el Brasil: las consecuencias ambientales

Las rutas de Diogo Cão (1482), Bartolomeu Dias (1487), Vasco da Gama (1497 e 1498), Gaspar Corte Real (1500), Pedro Álvares Cabral (1500), Francisco Serrão (1512) e Fernão de Magalhães (1519 e 1521) hicieron los contactos, descubrieron y difundieron culturas, introduciendo nuevos hábitos de ver, de ser, de creer, transportaron frutas, especies vegetales diversas, intercambiaron los continentes, aproximaron los hombres por medio de las diferencias. Ellos introdujeron, en el Brasil, la cultura de la caña de azúcar.
La caña, tal como afirma Josué de Castro, es autofágica, o sea, se nutre, se sustenta a cuesta de su propia sustancia. La realidad histórica de los últimos cinco siglos, siglos en los que ella asumió un estatuto de producción en larga escala, así lo confirma.
Ya afirmó alguien, con mucha razón, que el cultivo de la caña de azúcar se procesa en régimen de autofagia: la caña devorando todo al rededor de si, engullendo tierras y mas tierras, disolviendo el humus del suelo, aniquilando las pequeñas culturas indefensas y el mismo capital humano, del cual su cultura saca toda la vida. Y es la pura verdad [...] Donde la caracterización inconfundible de las diferentes áreas geográficas azucareras, con su ciclo económico, con las fases de rápida ascensión, de esplendor transitorio y de irremediable decadencia. Ciclo este que se procesa tanto mas rápidamente cuanto menores sean los recursos de tierras disponibles[12].
El proceso es sencillo. Para plantar la caña se derriba o se quema la floresta. Después, para fabricar el azúcar, esa floresta es necesaria para mantener encendida la llama de los ingenio de azucars, o construir estas infra-estructuras. La caña tiene en la floresta su mayor amigo y enemigo.
Aquello che ocurrío in lugares como la isla de la Madeira de los siglos XV e XVI, se repitió el la islas Canarias, Caraibas e no atingió idénticas proporciones en el Brasil solamente porque la mata Atlántica era muy extensa. Así mismo, aun fueran más tarde, los mismos problemas existieron. Gilberto Freyre afirma que «el cañaveral desvirginó todo ese mato grueso [la mata Atlántica] de modo más crudo por [medio de] la quemada. La cultura de la caña […] valorizó el cañaveral y tornó despreciable la mata»[13].

3.     La influencia de la caña sobre la vida y el paisaje del Nordeste

Un ejemplo evidencia la dimensión que asumió este proceso autofágico en el cual se envolvió en cañaveral. Para el Brasil del siglo dieciocho, cada kilo de azúcar producido, equivaldría a quince quilos de madera quemada, dando una media anual de doscientos y diez mil toneladas (210.000). A cada hectárea debería corresponder doscientas toneladas.
La evolución reciente de la mata Atlántica en Brasil, pasados más de cien años del incremento de la máquina a vapor en los ingenio de azucars, continua a ser tragada por otros agentes. Así, entre 1985 y 1990 ella perdió cinco mil trescientos y treinta quilómetros cuadrados (5.330 Km2), quedándose con la ocupación de ochenta y tres mil y quinientos quilómetros cuadrados (83.000 Km2), esto corresponde a cerca de ocho por ciento de la floresta encontrada por los portugueses en 22 de Abril de 1500, fecha del descubrimiento del Brasil por parte de los portugueses.
El azúcar, al inicio el siglo diecinueve, ya era reconocido como el carrasco del medio ambiente; su disponibilidad era condicionada – podemos decir aun hoy – por el proceso de degradación del medio ambiente que vio nacer los cañaverales, y que, testimonio su expansión y decadencia[14]. De hecho, el problema que podemos levantar, de lo hasta ahora visto es que, además de ser una cultura no autóctona, la cultura de la caña exigió el sacrificio de la flora nativa – y, consecuentemente, de la fauna –, del suelo; pero, ya se puede ver que, la ambición económica colonizadora fue el grande propulsor del desarrollo desenfrenado del cañaveral en tierras del litoral brasileño. Se podrían pensar, ingenuamente, que, una vez agotado los recursos minerales, vegetales y, hasta, humanos, bastaba ir hacia otra franja de tierra y comenzar, la explotación, otra vez. Tal raciocinio nos llevará a las consecuencias de la longa producción de la caña de azúcar, como veremos.


La relación de conflicto entre la caña de azúcar y las variables del complejo ecológico, en Nordeste


Escrito en 1937, en lengua luso-brasileña, la ecología es el grande tema que Gilberto optó por hablar, criticar y alertar sobre cuestiones, hoy, de fuerza y expresión contemporánea[15]. El título: Nordeste: aspectos de la influencia de la caña sobre la vida y el paisaje del Nordeste del Brasil ya revela las intenciones y los caminos recorridos y vivenciados por el autor. En él, Gilberto Freire enfrenta cuestiones teórico-conceptuales sobre ecosistema y cultura hasta entonces inéditas de enfoque y de analice[16]. Germinalmente la ecología y a cultura regional se hacen presentes en Nordeste, que ya en 1937, suscitaba cuestiones de armonía social y cultural de la región, analizando los efectos y proyectando cuadros de relaciones interpersonales, inter-étnicas y también trans-regionales. En esta obra, la ecología regional viene enfática e científicamente tratada por Gilberto Freire, constituyendo un texto actualísimo que ofrece a los ecólogos medios y informaciones orientadoras de la implementación de políticas y procedimientos valorativos do hombre, da naturaleza e da región, conduciendo el lector a la elaboración de lo que hoy llamamos de ecología humana[17].
La ecología situada en la comprensión regional y en la armonía cultural del Nordeste también expresa un valor estético de convivencias y de preservación de las especies nativas y otras traídas de Asia, de África y de Europa, pero, trataremos, exclusivamente, de todo lo relacionado con la cultura de la caña y sus consecuencias en relación con una de las cuatro variables del complejo ecológico: en ambiente natural[18]. Las otras tres, las variables, población, tecnología y, impactos ético-sociales de la acción, serán unidas a la primera, en la medidas que expondremos los conflictos que surgieron después de los casi cuatro siglos de implantación de la cultura de la caña en Brasil. Justificamos la elección de la variable ambiente natural, pues, segundo Beltrão, «esta es la variable ecológica, en sentido estrecho»[19].

1.     Conflicto en la relación de la caña con la tierra

Segundo Freire dos fueran las razones por las cuales los portugueses, llegando al Brasil, dieron inicio a la sustitución de la floresta por el cultivo de la caña de azúcar: la perplejidad delante de una mata exuberante e heterogénea, tan diferente de la floresta temperada europea, y el clima y el suelo favorables. A su vez, esta sustitución fue la causa de la devastación, sea por la necesidad de tierras para cultivar, sea por la necesidad de madera para alimentar las hornallas de los ingenio de azúcar[20].
En el nordeste, la caña de azúcar, se adapto muy bien en una franja que va del reconcavo del estado de Bahía hasta el Maranhão, lo que quiere decir que en toda la región se la encontraremos aun hoy. La razón es muy sencilla: en esta franja, llamada zona da mata, hay una cierta abundancia de agua fluvial e pluvial y una tierra – el massapê –, muy rica en humus y profunda. Por ser un tipo de cultivo che, para producción en grande escala, exigió una cantidad siempre mayor de tierras, permitiendo e posibilitando el nacimiento de una sociedad aristocrática casi feudal, que sobrevivió en el nordeste hasta fines del siglo diecinueve, periodo de la decadencia de los señores de ingenio de azúcar del nordeste y asunción de los hacenderos de café del sur.

2.     Conflicto en la relación de la caña con el agua

La caña de azúcar esta relacionada íntimamente con la tierra, por que de esta depende su buen desarrollo e mejor productividad, pero también con el agua. Las zonas donde vienen cultivadas, son geográficamente muy bien servidas de pequeños ríos con aguas poco profundas y con lluvias abundante[21], que facilitan su capilaridad y penetración en el suelo, humedeciéndolo; sirve aun como fuerza motriz en el ingenio de azúcar[22].
Freyre analiza la relación río-hombre, enfatizando el aspecto eco-recreativo, pues, en él, el colonizador, «imitando los indígenas y los negros e liberándose de los prejuicios medievales, hicieron del baño de rio casi un rito de Iemanja»[23]. De los ríos se sacaba el alimento no solamente de la populación pobre, pero anche las iguarias de las mesas de los señores nobles. El río fue también, palco donde se celebraban las fiestas; la Navidad, el Año-Nuevo, la Fiesta de los Reyes, venían conmemoradas al margen de los ríos[24].
Él alerta para el peligro de la conservación de estas aguas, hablando en contra: de la costumbre de las usinas de azúcar de echaren las caldas de destilatorio y las aguas usadas por las destilatorios en los ríos . A causa de esta mala costumbre Gilberto llega a clasificar los ríos de la zona cañaveral como verdaderos meadores.
El monocultivador rico del nordeste hizo del agua de los ríos un meador. Un meador de las caldas, que olen mal, de sus usinas. Y las caldas fedorentas (que olen mal) matan a los peces. Envenenan a los peces. Ensucian los margines. La calda de las usinas de azúcar  echan todas las cosechas en las aguas de los ríos sacrifica cada final de año una parte considerable de la producción de peces del nordeste[25].
Él no se olvida del proceso de erosión, que generar el empobrecimiento del suelo, y atribuye a la monocultivo, que devasta la mata, quitando del margen de los ríos la vegetación nativa e retenedora de la tierra[26]. Así, se destruye el paisaje, quitando a los hombres ricos y pobres el medio común de convivencia social y haciendo más profunda la distancia social entre ellos[27].

3.     Conflicto en la relación de la caña con la mata

Cuando Freire habla de la floresta nordestina, se refiere a aquella donde hoy se encuentra la zona cañaveral del nordeste o sea, la mata Atlántica, conocida también como Zona da mata.
Como nos cuenta la historia, el mismo nombre del país viene de un árbol de cual los indígenas, y, después, los conquistadores, usaban para sacar una tinta de excelente calidad y de coloración casi roja, como la brasa; de ahí el nombre, Brasil. Este árbol, símbolo del país, no era el único a poblar la mata Atlántica; existían muchos árboles que abastecían madera de ley, que decoraron las casas del Brasil colonial y de muchos países europeos.
Para fabricar muebles, y, sobretodo para servir de combustible en el ingenio de azúcar, la mata estaba llamada a la destrucción de forma continua e sistemática: primer el Palo-Brasil, después la madera de ley y, por fin, cualquiera vegetación che impidieran el avanzo del cultivo de la caña en la zona da mata nordestina. La mata alimentaba aun los hornos de la industria cañaveral y de las panaderías, las locomotoras y venían usadas en la construcción civil. Todo esto sin ninguna posibilidad de restitución, ya que el lucro impedía de pensar a los daños a lo largo del tiempo. La devastación provocó – y, provoca por que el proceso sigue, mismo siendo en un ritmo lento –, una mayor exposición del suelo a la acción de los agentes meteorológicos y el empobrecimiento de los mismos, sin la preocupación de manejo técnico[28]. Hasta la tierra, cuando abundante, se torna desechable.

4.     Conflicto en la relación de la caña con los animales

Otra consecuencia de la destrucción de la floresta fue la migración para las haciendas y para los centros urbanos, de animales silvestres, como los murciélagos hematófagos, y los insectos transmisores de enfermedades qua afectan a animales y a los hombres[29]. Muchos de los bichos che existían en la mata atlántica «fueron quedándose más raros, a la proporción que la vegetación iba desapareciendo para que la caña pudiera imperar sola»[30]. A la vez, ellos, los colonizadores, mismo si, temían a los misterios de la mata, fueron al mismo tiempo los grandes exportadores y predadores de animales silvestres, sea para servir como alimento que como decoración e estima[31]. Comían las carnes y frutas ya conocidas y apreciadas por los indígenas; vendían papagayos que “aprendiendo” a hablar francés seducían a la gente en los comercios de Europa por su aspecto exuberante, exótico y gracioso; pero, los animales con los cuales el hombre colonizador se identificaba y les era más familiar eran aquello traídos del continente europeo[32].


La tutela del ambiente natural y el desarrollo sostenible: la propuesta freyriana de ecología humana en Nordeste



El desarrollo sostenible o desarrollo sustentable hace referencia a la utilización de forma racional de los recursos naturales de un lugar, cuidando que no sean esquilmados y las generaciones futuras puedan hacer uso de ellos igual que hemos hecho nosotros, es decir, sin que nuestras prácticas, fundamentalmente económicas hipotequen el futuro del la Tierra[33]. En el Principio 3 de la Declaración de Río (1992) encontramos otra definición, análoga: «aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades»[34]. De esta manera se oficializa un enfoque en el que se compatibilicen los aspectos ambientales, con los económicos y los sociales, desde una perspectiva solidaria tanto intergeneracional como intrageneracionalmente. Por tanto, el concepto de desarrollo sostenible, si bien procede de la preocupación por el medio ambiente, no es un concepto fundamentalmente ambiental, sino que trata de superar la visión del medio ambiente como un aspecto aparte de la actividad humana que hay que preservar. El medio ambiente está imbricado con la actividad humana y la mejor manera de protegerlo es tenerlo en cuenta en todas las decisiones que se adopten.
En Freyre, los elementos de conflicto entre la cultura cañaveral nos conducen hacia un proyecto de desarrollo que tenga un vector ambiental, uno económico y uno social. El aspecto social no se introduce como una concesión o por mera justicia humana por parte de los señores de dos ingenios de caña, sino por la evidencia de que, el deterioro ambiental está tan asociado con la opulencia y los estilos de vida de estos, con la pobreza y la lucha por la supervivencia de la población marginada; con los conflictos que surgen por la falta de los ambientes naturales que ayudaban como locus de confraternización entre patrones y empleados, ya que, en Freyre, hablar del medio ambiente es hablar de biología, pero, también, de estética, como ya enfatizaba Lody[35].
Como esbozo de respuesta a estos conflictos, no hay que olvidar, por un lado, que desarrollo económico no siempre es sinónimo de crecimiento económico. A final, podemos concluir con Gilberto: se fueran sinónimos, ¿por que el monocultivo de la caña entro en crisis? Es necesaria la moderna distinción entre desarrollo a breve y a longo periodo.

1.     Tutela del medio ambiente y desarrollo

En Freyre, la justificación para un desarrollo sostenible proviene tanto del hecho de tener unos recursos naturales limitados – nutrientes en el suelo, agua potable, etc. – , susceptibles de se agotaren, de tornarse inutilizable[36], como por el hecho de que una creciente actividad económica – como aquella de la caña de azúcar – sin más criterio que el económico produce, como ya se ha constatado, problemas medioambientales tanto a escala local como planetaria graves, diríamos, siguiendo el raciocinio de Nordeste, en escala trans-regional[37].
La caña de azúcar ha sostenido, por más de trescientos años los afanes de lucros de los colonos del Brasil, pero, la naturaleza no perdona, y, después de la desenfrenado explotación del ambiente natural; se empieza a estudiar aquellos que fueron los intuitivos consejos de Freyre, que nos hacen comprender las consecuencias del desarrollo en el breve periodo: enriquecimiento de las tradicionales familias de propietarias de los ingenios de azúcar, y, el empobrecimiento de los recursos naturales y humanos usados para producir esta riqueza. El grafico que sigue, nos da una visión plástica de la situación, desde la importación de la cultura cañaveral, hasta su decadencia, cuando se empezó a haber una mayor sensibilidad en relación a un desarrollo integral, con visas a un longo periodo.

Esta curva, que ilustra la relación entre el tiempo de explotación de los elementos naturales y la productividad; nos sirve para indicar, como en la Environmental-Kuznets curve, que hay un umbral ecológico, esto es, que existe una franja de productividad que no afecta el equilibro ecológico. Se pode notar que, mientras en un periodo breve de tiempo – la línea que se encuentra abajo del umbral ecológico –, trade-off entre desarrollo ambiente, en el longo periodo, se verifica una inversión de tendencia, esto es, el desarrollo pasa a ser un aliado del ambiente y de las técnicas de cultico autóctonas[38]. Pero, aun hoy, tal reflexión no es compartida muchos señores de ingenio de azúcar pues, la agricultura intensiva sigue dando frutos, aun la los recursos naturales ya no correspondan a una productividad, como antes. Esta visión retrograda se viene manteniendo, en algunos ambientes, pues, la parte creciente de la curva aun si mantiene longa, después de más de trescientos años. Todavía, es mejor la prevención que, la adopción de medidas dirigidas a sanar problemas como el desequilibrio ecológico, muchas veces verdaderos frenos para el crecimiento económico, como la erosión del suelo y, sobretodo, la desigualdad social, heredada por la concentración de tierra por parte de estos latifundistas, que centralizar la utilización de las mismas en el monocultivo de la rentable cultura de la caña, generando, a causa de la baja remuneración, desnutrición y miseria alrededor del cañaveral; sin hablar, de los daños a la salud humana, una vez que, para mantener la productividad, aumentan, desenfrenadamente, el uso de fertilizantes químicos[39].

2.     Medidas para tutelar el ambiente e promover el desarrollo

En los días actuales se observa aun la tendencia en fomentar una agricultura intensiva de la caña. Esta aumenta la producción al introducir mayor número de plantas por metro cuadrado de una especie especialmente adaptada, posibilidad que ofrecen las máquinas empleadas, pero también consume mayor cantidad de nutrientes del suelo – y eso va a parar a la cosecha que se hace anualmente; no vuelve al suelo –, con lo que hay que proyectar rotaciones de cultivos – diferentes cultivos consumen en diferentes proporciones los nutrientes del suelo y pueden complementarse – y barbechos – dejar un tiempo una parcela de tierra sin cultivar – para limitar la proliferación de parásitos del cañaveral. También entran en juego otros factores, como preservar la variedad genética de las especies ya que no se sabe qué especies serán mejor para afrontar los problemas que surjan en el futuro.
Esquemáticamente, podemos proponer algunos elementos que, llevando en consideración las cuatro variables del complejo ecológico, ayudarían a mantener el dialogo entre la economía, la ética, el ambiente[40].
·         La diversificación de las cosechas y la rotación de los cultivos.
·         La conservación del suelo y del agua.
·         La investigación y el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes no químicos, que no dañen el equilibrio del suelo y permitan altos niveles de rendimiento.
·         Las técnicas que permitan reducir o eliminar el uso de combustibles fósiles.
·         El uso de los residuos y desechos dentro del sistema de producción alimentaria para reciclar los nutrientes minerales, evitar la polución y la necesidad de fertilizantes químicos.
·         La investigación y aplicación de técnicas agrícolas sostenibles, ecológicas y de bajo coste.
·         La recuperación de aquellas prácticas agrícolas tradicionales que cumplan los requisitos anteriores.
·         Métodos de producción y comercialización que tengan por objeto ofrecer alimentos frescos y de alta calidad.
·         El tratamiento más humano de los animales.
·         Programas educativos para informar y educar a los consumidores sobre los beneficios de los alimentos producidos orgánicamente.
·         Iniciativas para fomentar la producción casera y local de alimentos usando jardines, parcelas y agricultura urbana.
·         La formación de los agricultores en la técnicas de la agricultura sostenible y el desarrollo de sus capacidades comerciales.
·         La educación, el empleo y la investigación en las zonas rurales.
La sana y rentable utilización de los recursos de la tierra nos garantizará no solamente el provecho económico y el desarrollo, sino que, al dar un paso en adelante en relación a la explotación de los recursos naturales, como en los primeros siglos de la colonización brasileña, donde, hasta un cierto punto, el señor de ingenio de azúcar estaba condicionado por los caprichos de tiempo e del espacio[41]; esta gente daría un salto, de la dominación del ambiente, por medio de la mecanización y de las modernas técnicas[42], hacia una tomada de conciencia de la potencialidades y de los limites de su rayo. Pasaría a ser responsable por la manutención e ecológicamente rentable explotación de los recursos ambientales necesarios para el desarrollo económico social que la cultura d la caña de azúcar pode proporcionar a la región nordeste..

  

Conclusión


En el presente trabajo Gilberto Freire quiso alertarnos para los problema que hoy se hacen notorio en el nordeste brasileño: la explotación desenfrenada de los recursos naturales – especialmente de la tierra – y, para la desigualdad social. La monocultivo cañaveral, aun hoy predominante en la zona de la mata, provocó da destrucción de un eco-sistema preexistente, que garantizaba la armonía de la tierra, del río y de la mata. Al mismo tiempo posibilitó el surgimiento de un sistema, en el modo de decir y analizar gilbertiano, no solamente patriarcal y si casi feudalista basado en la exploración latifundista de la caña de azúcar y en la esclavitud negra que, para más allá de sus males, trajo el desarrollo para la región, permitiéndola mantenerse, por más de trescientos años, como una de las zonas más prósperas del Brasil de entonces.
Mirando al influjo del monocultivo en la nutrición del hombre nordestino, del pobre o del rico, pero sobretodo el pobre, él llego a la conclusión que delante de la necesaria y continua expansión del cañaveral no restaba mucha tierra para producir una diversidad nutritiva, surge la necesidad de exportar los productos que podrían ser producidas, sobe el cuesto de vida, la desnutrición en todos los niveles sociales. Todos pasan a ser esclavos del azúcar, todos sufren los efectos de la monocultivo y de la sed de ganancias de los señores de ingenio. Solamente en esto las clases sociales se avecinan.
A este punto, nos viene la pregunta: ¿Es Freire en contra del desarrollo o de la civilización?¿Donde se equivocaban y equivocan aun hoy los señores de la caña? Responde el mismo Gilberto cuando afirma que en el nordeste, la industria del azúcar se tornó, en algunas áreas, delante de la exploración de la caña terriblemente primitiva en sus métodos, una especie de imperialismo exótico delante de estas tierras brutas que ese imperialismo dominase, limitándose solamente a explotar las tierras, sin valorizaras.
Respecto a hombre como persona e trabajador, respecto al eco-sistema, explotación sustentable y valorización de la tierra son las condiciones para que la caña pase a ser un elemento generador de desarrollo integral y, solidaridad entre dominados e dominadores, como encontramos en el lenguaje freiriano. A este punto, podemos verificar la nuestra hipótesis inicial, que, aun hoy, en la región nordeste, descrita en la homónima obra de Gilberto Freyre, podemos percibir un conflicto, en el monocultivo de la caña de azúcar, entre la tutela del medio ambiente y el desarrollo sustentable. Se por un medio periodo, la explotación desenfrenada genero riqueza, siempre concentrada en la mano de pocos, generó el crecimiento complejo de la economía, genero también mucha desigualdad social, probando que, en realidad, era un desarrollo aparente. Deseamos, por otro lado, apoyados en los aspectos destruens de la constatación freyriana, indicar los caminos para un desarrollo integral, basado en una actividad económica que lleve en consideración los cuatro principios del complejo ecológico.


Bibliografia

  

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P.C. Beltrão, Ecologia umana e valori etico-religiosi, Roma, Editrice PUG, 1985.



[1] G. Freyre, Nordeste, São Paulo, Global, 2004, 35.
[2] «o livro Nordeste, […] foi escrito para demonstrar que o Nordeste não era uma região uniforme, mas uma aglutinação de regiões e sub-regiões que se estendiam desde o Maranhão até a Bahia». Nordeste, 16.
[3] «Região que fora povoada nos primeiros séculos de colonização e que estrutrara, por meio de culturas diversas, uma sociedade com características próprias, mas tendo por base três categorias que se entrecruzam: o latifúndio como forma de propriedade, a monocultura como forma de exploração econômica e a escravidão como instituição de classe social». Nordeste, 16.
Para la profundizar esta distinccion lease: J. De Castro, Geografia da fome, Rio de Janeiro, 1952, 73; o, aun del mismo autor, Géopolitique de la faim; Paris, Les Ouvrières, 1955.
[4] «L'uomo infatti, creato ad immagine di Dio, ha ricevuto il comando di sottomettere a sé la terra con tutto quanto essa contiene, e di governare il mondo nella giustizia e nella santità, e cosi pure di riferire a Dio il proprio essere e l'universo intero, riconoscendo in lui il Creatore di tutte le cose; in modo che, nella subordinazione di tutta la realtà all'uomo, sia glorificato il nome di Dio su tutta la terra […] Ma quanto più cresce la potenza degli uomini, tanto più si estende e si allarga la loro responsabilità, sia individuale che collettiva». (Gaudium et Spes, 34). Se vea, también: P.C. Beltrão, Ecologia umana e valori etico-religiosi, Roma, Editrice PUG, 1985.
[5] Nordeste, 17.
[6] Cf. http://www.ceha-madeira.net/ecologia/eco4.html y aun: http://www.ceha -madeira.net/ecologia/284.htm.
[7] Ver en el mapa agregado la area corespondente a la Mata o Floresta Atlantica, que coresponde a la franja que cubre el litoral nordestino.
[9] H. Blume, Geography of sugar cane. Environmental, structural and economical aspects of cane sugar production, Berlim, 1920; A.W. Crosby, Ecological imperialism: the biological expansion of Europe 900-1900, Cambridge, 1986(edición en Portugués, S. Paulo, 1993).
[10] M. Lacerda de Melo, O Açúcar e o homem, 1975 en: Nordeste, 76.
[11] W. Dean, A ferro e fogo. A História e a devastação de mata atlântica brasileira, S. Paulo, 1996; N. Deer, Noel, History of sugar, II, London, 1949.
[12] J. De Castro, Geografia da fome, Rio de Janeiro, 1952, 73.
[13] Nordeste, 18.
[15] R. Lody, Ecologia em Gilberto Freyre: estética & biologia, Recife, Ciência & Trópico, 1999.
[16] R. Lody, Nordeste: um livro germinal de Gilberto Freyre sobre ecologia/região/cultual. Ciência & Trópico, Recife, v.18, n.2, 1990, 179-192. Como ya definió Hauser/Duncan, la ecología humana es el «estudio de la interacción entre las poblaciones humanas y los ambientes naturales por medio de la tecnología regulada por las organizaciones sociales». (Hausen/Duncan en: Ecologia umana e valori etico-religiosi, 32).
[17] R. Lody, Nordeste: um livro germinal de Gilberto Freyre…, 179-192
[18] Las cuatro variables del completo ecológico nacen de la definición de ecología de Hauser/Duncan. Para profundizar las variables fundamentales y cruciales del complejo ecológico véase el agregado cuatro e léase: Ecologia umana e valori etico-religiosi, 33-56.
[19] Ecologia umana e valori etico-religiosi, 33. Incluye el ambiente físico, el ambiente vegetal y, el ambiente animal. Beltrão, todavía, explica que, por ambiente físico se comprende los «risorse minerali non rinovabili, almeno naturalmente ed a corto periodo geologico, [la] energia, terra, acqua, aria, ecc». (Ibid.).
[20] Nordeste, 17.
[21] 176 días/año, según:http://www.inmet.gov.br/html/clima.php?lnk=/html/
clima/mapas/.
[22] Nordeste, 71.
[23] Nordeste, 60.
[24] Nordeste, 64.
[25] Nordeste, 71.
[26] Nordeste, 60.
[27] Nordeste, 81.
[28] Nordeste, 12-23.
[29] Nordeste, 112.
[30] Nordeste, 112.
[31] Nordeste, 26-27.
[32] Nordeste, 116.
[33] http://es.wikipedia.org/wiki/Desarrollo_sostenible.
[34] http://grass.itc.it/pipermail/grassuser/1992-April/013735.html
[35] «A ecologia situada na compreensão regional e na harmonia cultural do Nordeste também expressa um valor estético de convivências e de preservação às espécies nativas e outras trazidas da Ásia, da África e da Europa. Certamente os cuidados biológicos, de preservação, manutenção de espécies, criação de áreas de proteção, políticas públicas e ações originais de diferentes segmentos da sociedade civil organizada têm compreensão plena e plural da ecologia, diga-se ecologia integrada a cultura, talvez melhor dizendo uma busca pela etno-ecologia - uma maneira mais sensível de viver e entender a natureza». http://prossiga.bvgf.fgf.org.br/portugues/critica/palestras/ecologia.htm.

[36] Es por esto que Freyre culpa la irresponsabilidad del señor de ingenio de caña: «El monocultivador rico del nordeste hizo del agua de los ríos un miador […] de las caldas, que olen mal, de sus usinas.[…] matan a los peces. Envenenan a los peces. Ensucian los margines. La calda de las usinas de azúcar echan todas las cosechas en las aguas de los ríos sacrifica cada final de año una parte considerable de la producción de peces del nordeste». Nordeste, 71.
[37] Nordeste, 37.
[38] Otro elemento que debe ser metido en destaque es, el aprovechamiento de las técnicas autóctonas para la solución de los problemas relacionados con la naturaleza, haciéndolo pasar a ser aliado de la tecnología. Uno y otro, ayudando a mantener la curva de producción y utilización tecnológica, dentro del umbral ecológico.
[39] José Luis Bravo, describiendo la tendencia de la agricultura española hacia un modelo agrícola intensivo se lamenta, y, podemos aplicar constatación a la cultura cañaveral: «El modelo actual de agricultura basado en el monocultivo intensivo [de la caña] es insostenible ecológicamente, sanitariamente peligroso y financieramente ruinoso. Este modelo, promovido por la industria petroquímica, se basa en la lucha contra la naturaleza: rompe el equilibrio de los ecosistemas, reduce su diversidad genética natural, necesita cantidades ingentes y crecientes de sustancias químicas, acelera la erosión del suelo y la pérdida de sus minerales, contamina las aguas subterráneas y los ríos, extermina innumerables especies de organismos vivos del suelo vitales para el equilibrio y la salud de las cosechas, etc. La resistencia creciente de los insectos y las hierbas a los insecticídas y herbicídas es un problema cada vez mayor». José Luis Bravo en: http://soria-goig.com/despoblacion/despo_12.htm.
[40] El esquema que sigue parece sonar como respuesta a las quejas de Freyre, expuestas en el capitulo anterior de este trabajo. Algunas de estas, ya se encontraban en Nordeste, como podemos verificar en la presentación que hace del libro el profesor Manuel Correia de Andrade, de la Universidad Federal de Pernambuco. Nordest, 13-36.
[41] Nordest, 79.
[42] Nordest, 195.
[43] http://www.cdbrasil.cnpm.embrapa.br
[44] http://www.cdbrasil.cnpm.embrapa.br
[45] http://www.cdbrasil.cnpm.embrapa.br
[46] Ecologia umana e valori etico-religiosi, 33.

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