Análisis de la relación entre la preservación del medio ambiente y el desarrollo, presente en la obra Nordeste, de Gilberto Freyre
En el prólogo de la primera edición de Nordeste, de 1937, Gilberto Freyre revela su visión profética de la
realidad que lo cerca cuando hace un primer intento de estudiar el aspecto
ecológico presente en la cultura de la caña de azúcar, cultura predominante en
el nordeste brasileño. Hoy, existe una unanimidad en reconocer que, aunque no
fuera el precursor genérico de la ecología, él sea el responsable de introducir
la reflexión y preocupación ecológica, en el Brasil; y, como confirma Manuel Correia
de Andrade, en la presentación de la sétima edición
de Nordeste, del 2004, que «foi ele que primeiro aplicou os conceitos
ecológicos a grandes espaços territoriais no territorio brasileiro»[1].
Pero, ¿a cuál nordeste Freyre se refiere[2]? Es del nordeste que se
estructura bajo la triade latifundio-monocultivo-esclavitud; más que, del
nordeste pastoril, que él estudia; el nordeste cañaveral, aun más
específicamente la zona da mata nordestina[3]. Su obra, Nordeste, surge en un contexto sui géneris: el apogeo y decadencia de
la cultura del azúcar; en la transición hacia un nuevo estilo de sociedad, de
la sociedad rural a la sociedad urbana. ésto
permite a Freyre de unir, en sus preocupaciones sobre la ecología, unos
componentes históricos y antropológicos, que le permitirá poner en cuestión las
razones por la cuales, segundo él, la cultura agrícola, que hasta entonces
prácticamente detenía el monopolio de la ocupación de las grandes zonas
fértiles del litoral brasileño, entró en decadencia.
Hoy, cuando hacemos un discurso sobre la ecología, pensamos a la
eminencia de la necesidad de la conservación de locus y de la entera realidad terrestre, pensamos en comprender el hombre
en su interrelación y interdependencia con la entera humanidad, con la
naturaleza, y con las implicaciones ético-religiosas de sus relaciones con el
mundo. Cuando, Gilberto Freyre abordó el tema, en los años treinta, mismo sin
que fuera consciente del desarrollo que llegaría a haber esta ciencia, ya
contemplaba la realidad con los ojos de quien consigue mirar más allá,
insiriendo el discurso sobre el ambiente dentro de un discurso más amplio,
pensando a la necesidad de la preservación ambiental como condición para
conceder a las generaciones futuras aquello che hoy consideramos como calidad
de vida. Todavía, debemos desde ya, esclarecer que Freyre no dirigía tal
responsabilidad hacia una relación de colaboración con una realidad
trascendente, o, como podemos decir, hacia una relación de colaboración con el
Creador, como plantea el reciente
magistério Católico[4]. Todavía, no
encontraremos, en Freyre, una exclusión de tal realidad. Su prospectiva es
otra; es, sobretodo, en la tríplica relación: del hombre consigo mismo, del hombre
con su semejante y, del hombre, con la naturaleza. Deseando echar las raíces de
una ecología humana en la obra del sociólogo nordestino, en esta obra pionera
en la preocupación ecológica, hemos tenido que hacer una elección entre un
estudio en passant de toda la obra o
un estudio del posible conflicto entre la preservación del medio ambiente y el
desarrollo economico. Específicamente, la nuestra hipótesis se quedó delimitada
así: que, en Nordeste, podemos
percibir un conflicto, en el monocultivo de la caña de azúcar, entre la tutela
del medio ambiente y el desarrollo sustentable, a medio e longo periodo. Por
ésto, miraremos hacia los aspectos destruens
de la relación de la caña con la tierra, con el agua, con la mata, con los
animales y con el hombre, buscando descubrir el sentido de la expresión
gilbertina que podríamos simplificar como el poder devastador del cañaveral[5].
Con el intento de fidelidad al autor, debemos enfatizar que en la
visión gilbertiana no todo es destruens.
El presente trabajo es un invito a la lectura de la obra y del universo del
autor pues estamos seguros que esta obra inspiró el desarrollo de una cultura
brasileña, ayudó a re-descubrir el Brasil siendo también el agente causal de
acciones dirigidas hacia una agricultura sustentable, impulsando las
instituciones más preocupadas con las cuestiones sociales a volver su mirada hacia
la situación de los trabajadores del seguimiento agrícola de la caña; y, por
fin, que nos indicará los caminos para la renovación de las practicas agrícolas
en la zonas de la caña de azúcar.
La agricultura intensiva y la cuestión ecológica
El desarrollo de la agricultura es considerado como uno de los
factores fundamentales de intervención del hombre en la naturaleza. El proceso
de sedentarización humana y la consecuente domesticación de los animales y
plantas implicaron el más evidente cambio: el origen de la propiedad privada.
Pero como no tenemos la intención de tratar de la historia de la agricultura,
buscaremos evidenciar la relación de este sector de actividad con la ecología
en la perspectiva de una intervención armónica a través de una agricultura
sustentable. En este contexto es evidente el papel asumido por la caña de
azúcar con sus notorios efectos devastadores en las áreas donde esta cultura se
hizo presente[6].
Durante cinco siglos, la Mata Atlántica[7] proporcionó lucros fáciles:
papagayos, colorantes, esclavos, oro, orquídeas y madera para el provecho de
sus señores coloniales. Con la devastación y quema de la flora, una camada
inmensamente fértil de cenizas hacía posible una agricultura pasiva, imprudente
e insostenible. Era otra vía para equilibrar la relación desproporcionada entre
el desarrollo agrícola y la población; la acumulación de capital, de tierra y la
desaparición de la flora[8].
En el nordeste brasileño todo eso se hará aún más intenso con la
llegada de la caña y su posterior desarrollo, como veremos a continuación.
1. Origen y expansión de la cultivo de la caña de azúcar
La caña de azúcar podrá ser considerada como la cultura agrícola más
importante de la historia de la humanidad, pues provocó el más grande fenómeno
en términos de movilidad humana, económica, comercial y ecológica; su
afirmación como cultura agrícola es milenaria y cubre, aun hoy, grandes áreas
del planeta[9].
Al mismo tiempo es, entre todas las plantas domesticadas por el hombre, es una
de las más exigentes. Ella casi que esclaviza el hombre, agota el suelo, devora
la flora y mata los cursos del agua.
Fue el Oriente que descubrío el azúcar, tiendo la Papua Nueva Guinea
como cuna. Los árabes la hicieron llegar en Occidente y fueran los principales
mensajeros de su expansión. Los genoveses e venecianos se encargaran de su
comercio en Europa. Pero fue en las islas, donde ella encontró uno de los
principales invernaderos: Creta, Sicilia, Madeira, Açores, Canárias, Cabo
Verde, S. Tomé, Puerto Rico, Cuba, Jamaica.
La realidad socio-económica que sirve de soporte al azúcar revela su
carácter dominador en la economía y en la sociedad.
Difícilmente se encontraran formas de
utilización de los recursos del suelo que se puedan rivalizar con la
agroindustria de la caña cuanto a la
capacidad de condicionar un tipo de sociedad y de economía, de modelar un tipo
de paisaje y de estructurar un tipo de arreglo sistematico del espacio[10].
Su exploración intensiva, desde el siglo XV, generó grandes exigencias
en términos de mano-de-obra, siendo responsable por el mayor fenómeno
migratorio a nivel mundial que tuvo por palco el océano Atlántico: la
esclavitud de millones de africanos[11].
2. La caña de azúcar en el Brasil: las consecuencias ambientales
Las rutas de Diogo Cão (1482), Bartolomeu Dias (1487), Vasco da Gama
(1497 e 1498), Gaspar Corte Real (1500), Pedro Álvares Cabral (1500), Francisco
Serrão (1512) e Fernão de Magalhães (1519 e 1521) hicieron los contactos,
descubrieron y difundieron culturas, introduciendo nuevos hábitos de ver, de
ser, de creer, transportaron frutas, especies vegetales diversas,
intercambiaron los continentes, aproximaron los hombres por medio de las
diferencias. Ellos introdujeron, en el Brasil, la cultura de la caña de azúcar.
La caña, tal como afirma Josué de Castro, es autofágica, o sea, se nutre, se sustenta a cuesta de su propia
sustancia. La realidad histórica de los últimos cinco siglos, siglos en los que
ella asumió un estatuto de producción en larga escala, así lo confirma.
Ya afirmó alguien, con mucha razón, que el
cultivo de la caña de azúcar se procesa en régimen de autofagia: la caña
devorando todo al rededor de si, engullendo tierras y mas tierras, disolviendo
el humus del suelo, aniquilando las pequeñas culturas indefensas y el mismo
capital humano, del cual su cultura saca toda la vida. Y es la pura verdad [...]
Donde la caracterización inconfundible de las diferentes áreas geográficas
azucareras, con su ciclo económico, con las fases de rápida ascensión, de
esplendor transitorio y de irremediable decadencia. Ciclo este que se procesa
tanto mas rápidamente cuanto menores sean los recursos de tierras disponibles[12].
El proceso es sencillo. Para plantar la caña se derriba o se quema la
floresta. Después, para fabricar el azúcar, esa floresta es necesaria para
mantener encendida la llama de los ingenio de azucars, o construir estas
infra-estructuras. La caña tiene en la floresta su mayor amigo y enemigo.
Aquello che ocurrío in lugares como la isla de la Madeira de los
siglos XV e XVI, se repitió el la islas Canarias, Caraibas e no atingió
idénticas proporciones en el Brasil solamente porque la mata Atlántica era muy
extensa. Así mismo, aun fueran más tarde, los mismos problemas existieron.
Gilberto Freyre afirma que «el cañaveral
desvirginó todo ese mato grueso [la mata Atlántica] de modo más crudo por
[medio de] la quemada. La cultura de la caña […] valorizó el cañaveral y tornó
despreciable la mata»[13].
3. La influencia de la caña sobre la vida y el paisaje del Nordeste
Un ejemplo evidencia la dimensión que asumió este proceso autofágico en el cual se envolvió en
cañaveral. Para el Brasil del siglo dieciocho, cada kilo de azúcar producido,
equivaldría a quince quilos de madera quemada, dando una media anual de doscientos
y diez mil toneladas (210.000). A cada hectárea debería corresponder doscientas
toneladas.
La evolución reciente de la mata Atlántica en Brasil, pasados más de
cien años del incremento de la máquina a vapor en los ingenio de azucars,
continua a ser tragada por otros agentes. Así, entre 1985 y 1990 ella perdió cinco
mil trescientos y treinta quilómetros cuadrados (5.330 Km2),
quedándose con la ocupación de ochenta y tres mil y quinientos quilómetros
cuadrados (83.000 Km2), esto corresponde a cerca de ocho por ciento
de la floresta encontrada por los portugueses en 22 de Abril de 1500, fecha del descubrimiento del Brasil por parte de los portugueses.
El azúcar, al inicio el siglo diecinueve, ya era reconocido como el
carrasco del medio ambiente; su disponibilidad era condicionada – podemos decir
aun hoy – por el proceso de degradación del medio ambiente que vio nacer los
cañaverales, y que, testimonio su expansión y decadencia[14]. De hecho, el problema
que podemos levantar, de lo hasta ahora visto es que, además de ser una cultura
no autóctona, la cultura de la caña exigió el sacrificio de la flora nativa –
y, consecuentemente, de la fauna –, del suelo; pero, ya se puede ver que, la
ambición económica colonizadora fue el grande propulsor del desarrollo
desenfrenado del cañaveral en tierras del litoral brasileño. Se podrían pensar,
ingenuamente, que, una vez agotado los recursos minerales, vegetales y, hasta,
humanos, bastaba ir hacia otra franja de tierra y comenzar, la explotación,
otra vez. Tal raciocinio nos llevará a las consecuencias de la longa producción
de la caña de azúcar, como veremos.
La relación de conflicto entre la caña de azúcar y las variables del complejo ecológico, en Nordeste
Escrito en 1937, en lengua luso-brasileña, la ecología es el grande
tema que Gilberto optó por hablar, criticar y alertar sobre cuestiones, hoy, de
fuerza y expresión contemporánea[15]. El título: Nordeste: aspectos de la influencia de la
caña sobre la vida y el paisaje del Nordeste del Brasil ya revela las
intenciones y los caminos recorridos y vivenciados por el autor. En él,
Gilberto Freire enfrenta cuestiones teórico-conceptuales sobre ecosistema y
cultura hasta entonces inéditas de enfoque y de analice[16]. Germinalmente la
ecología y a cultura regional se hacen presentes en Nordeste, que ya en 1937, suscitaba cuestiones de armonía social y
cultural de la región, analizando los efectos y proyectando cuadros de
relaciones interpersonales, inter-étnicas y también trans-regionales. En esta
obra, la ecología regional viene enfática e científicamente tratada por
Gilberto Freire, constituyendo un texto actualísimo que ofrece a los ecólogos
medios y informaciones orientadoras de la implementación de políticas y
procedimientos valorativos do hombre, da naturaleza e da región, conduciendo el
lector a la elaboración de lo que hoy llamamos de ecología humana[17].
La ecología situada en la comprensión regional y en la armonía
cultural del Nordeste también expresa un valor estético de convivencias y de
preservación de las especies nativas y otras traídas de Asia, de África y de
Europa, pero, trataremos, exclusivamente, de todo lo relacionado con la cultura
de la caña y sus consecuencias en relación con una de las cuatro variables del complejo
ecológico: en ambiente natural[18]. Las otras tres, las
variables, población, tecnología y, impactos ético-sociales de la acción, serán
unidas a la primera, en la medidas que expondremos los conflictos que surgieron
después de los casi cuatro siglos de implantación de la cultura de la caña en
Brasil. Justificamos la elección de la variable ambiente natural, pues, segundo
Beltrão, «esta es la
variable ecológica, en sentido estrecho»[19].
1. Conflicto en la relación de la caña con la tierra
Segundo Freire dos fueran las razones por las cuales los portugueses,
llegando al Brasil, dieron inicio a la sustitución de la floresta por el
cultivo de la caña de azúcar: la perplejidad delante de una mata exuberante e
heterogénea, tan diferente de la floresta temperada europea, y el clima y el
suelo favorables. A su vez, esta sustitución fue la causa de la devastación,
sea por la necesidad de tierras para cultivar, sea por la necesidad de madera
para alimentar las hornallas de los ingenio de azúcar[20].
En el nordeste, la caña de azúcar, se adapto muy bien en una franja
que va del reconcavo del estado de
Bahía hasta el Maranhão, lo que quiere decir que en toda la región se la
encontraremos aun hoy. La razón es muy sencilla: en esta franja, llamada zona da mata, hay una cierta abundancia
de agua fluvial e pluvial y una tierra – el massapê
–, muy rica en humus y profunda. Por ser un tipo de cultivo che, para
producción en grande escala, exigió una cantidad siempre mayor de tierras,
permitiendo e posibilitando el nacimiento de una sociedad aristocrática casi
feudal, que sobrevivió en el nordeste hasta fines del siglo diecinueve, periodo
de la decadencia de los señores de ingenio de azúcar del nordeste y asunción de
los hacenderos de café del sur.
2. Conflicto en la relación de la caña con el agua
La caña de azúcar esta relacionada íntimamente con la tierra, por que
de esta depende su buen desarrollo e mejor productividad, pero también con el
agua. Las zonas donde vienen cultivadas, son geográficamente muy bien servidas
de pequeños ríos con aguas poco profundas y con lluvias abundante[21], que facilitan su capilaridad
y penetración en el suelo, humedeciéndolo; sirve aun como fuerza motriz en el ingenio
de azúcar[22].
Freyre analiza la relación río-hombre, enfatizando el aspecto
eco-recreativo, pues, en él, el colonizador, «imitando los indígenas y los negros e liberándose de los prejuicios
medievales, hicieron del baño de rio casi un rito de Iemanja»[23].
De los ríos se sacaba el alimento no solamente de la populación pobre, pero
anche las iguarias de las mesas de
los señores nobles. El río fue también, palco donde se celebraban las fiestas; la Navidad, el Año-Nuevo, la Fiesta de los
Reyes, venían conmemoradas al margen de los ríos[24].
Él alerta para el peligro de la conservación de estas aguas, hablando
en contra: de la costumbre de las usinas de azúcar de echaren las caldas de
destilatorio y las aguas usadas por las destilatorios en los ríos . A causa de
esta mala costumbre Gilberto llega a clasificar los ríos de la zona cañaveral
como verdaderos meadores.
El monocultivador rico del nordeste hizo del
agua de los ríos un meador. Un meador de las caldas, que olen mal, de sus
usinas. Y las caldas fedorentas (que olen mal) matan a los peces. Envenenan a
los peces. Ensucian los margines. La calda de las usinas de azúcar echan todas las cosechas en las aguas de los
ríos sacrifica cada final de año una parte considerable de la producción de
peces del nordeste[25].
Él no se olvida del proceso de erosión, que generar el empobrecimiento
del suelo, y atribuye a la monocultivo, que devasta la mata, quitando del
margen de los ríos la vegetación nativa e retenedora de la tierra[26]. Así, se destruye el
paisaje, quitando a los hombres ricos y pobres el medio común de convivencia
social y haciendo más profunda la distancia social entre ellos[27].
3. Conflicto en la relación de la caña con la mata
Cuando Freire habla de la floresta nordestina,
se refiere a aquella donde hoy se encuentra la zona cañaveral del nordeste o
sea, la mata Atlántica, conocida también como Zona da mata.
Como nos cuenta la historia, el mismo nombre del país viene de un
árbol de cual los indígenas, y, después, los conquistadores, usaban para sacar
una tinta de excelente calidad y de coloración casi roja, como la brasa; de ahí
el nombre, Brasil. Este árbol, símbolo del país, no era el único a poblar la
mata Atlántica; existían muchos árboles que abastecían madera de ley, que
decoraron las casas del Brasil colonial y de muchos países europeos.
Para fabricar muebles, y, sobretodo para servir de combustible en el ingenio
de azúcar, la mata estaba llamada a la destrucción de forma continua e
sistemática: primer el Palo-Brasil, después la madera de ley y, por fin,
cualquiera vegetación che impidieran el avanzo del cultivo de la caña en la
zona da mata nordestina. La mata
alimentaba aun los hornos de la industria cañaveral y de las panaderías, las
locomotoras y venían usadas en la construcción civil. Todo esto sin ninguna
posibilidad de restitución, ya que el lucro impedía de pensar a los daños a lo
largo del tiempo. La devastación provocó – y, provoca por que el proceso sigue,
mismo siendo en un ritmo lento –, una mayor exposición del suelo a la acción de
los agentes meteorológicos y el empobrecimiento de los mismos, sin la
preocupación de manejo técnico[28]. Hasta la tierra, cuando
abundante, se torna desechable.
4. Conflicto en la relación de la caña con los animales
Otra consecuencia de la destrucción de la floresta fue la migración
para las haciendas y para los centros urbanos, de animales silvestres, como los
murciélagos hematófagos, y los insectos transmisores de enfermedades qua afectan
a animales y a los hombres[29]. Muchos de los bichos che
existían en la mata atlántica «fueron quedándose
más raros, a la proporción que la vegetación iba desapareciendo para que la
caña pudiera imperar sola»[30].
A la vez, ellos, los colonizadores, mismo si, temían a los misterios de la
mata, fueron al mismo tiempo los grandes exportadores y predadores de animales
silvestres, sea para servir como alimento que como decoración e estima[31]. Comían las carnes y
frutas ya conocidas y apreciadas por los indígenas; vendían papagayos que “aprendiendo”
a hablar francés seducían a la gente en los comercios de Europa por su aspecto
exuberante, exótico y gracioso; pero, los animales con los cuales el hombre
colonizador se identificaba y les era más familiar eran aquello traídos del
continente europeo[32].
La tutela del ambiente natural y el desarrollo sostenible: la propuesta freyriana de ecología humana en Nordeste
El desarrollo sostenible o desarrollo sustentable hace referencia a la
utilización de forma racional de los recursos naturales de un lugar, cuidando
que no sean esquilmados y las generaciones futuras puedan hacer uso de ellos
igual que hemos hecho nosotros, es decir, sin que nuestras prácticas,
fundamentalmente económicas hipotequen el futuro del la Tierra[33]. En el Principio 3 de la
Declaración de Río (1992) encontramos otra definición, análoga: «aquel desarrollo que satisface las
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de
las generaciones futuras para atender sus propias necesidades»[34]. De esta manera se
oficializa un enfoque en el que se compatibilicen los aspectos ambientales, con
los económicos y los sociales, desde una perspectiva solidaria tanto
intergeneracional como intrageneracionalmente. Por tanto, el concepto de
desarrollo sostenible, si bien procede de la preocupación por el medio
ambiente, no es un concepto fundamentalmente ambiental, sino que trata de
superar la visión del medio ambiente como un aspecto aparte de la actividad
humana que hay que preservar. El medio ambiente está imbricado con la actividad
humana y la mejor manera de protegerlo es tenerlo en cuenta en todas las
decisiones que se adopten.
En Freyre, los elementos de conflicto entre la cultura cañaveral nos
conducen hacia un proyecto de desarrollo que tenga un vector ambiental, uno
económico y uno social. El aspecto social no se introduce como una concesión o
por mera justicia humana por parte de los señores de dos ingenios de caña, sino
por la evidencia de que, el deterioro ambiental está tan asociado con la
opulencia y los estilos de vida de estos, con la pobreza y la lucha por la
supervivencia de la población marginada; con los conflictos que surgen por la
falta de los ambientes naturales que ayudaban como locus de confraternización entre patrones y empleados, ya que, en
Freyre, hablar del medio ambiente es hablar de biología, pero, también, de
estética, como ya enfatizaba Lody[35].
Como esbozo de respuesta a estos conflictos, no hay que olvidar, por
un lado, que desarrollo económico no siempre es sinónimo de crecimiento
económico. A final, podemos concluir con Gilberto: se fueran sinónimos, ¿por
que el monocultivo de la caña entro en crisis? Es necesaria la moderna
distinción entre desarrollo a breve y a longo periodo.
1. Tutela del medio ambiente y desarrollo
En Freyre, la justificación para un desarrollo sostenible proviene
tanto del hecho de tener unos recursos naturales limitados – nutrientes en el
suelo, agua potable, etc. – , susceptibles de se agotaren, de tornarse
inutilizable[36],
como por el hecho de que una creciente actividad económica – como aquella de la
caña de azúcar – sin más criterio que el económico produce, como ya se ha
constatado, problemas medioambientales tanto a escala local como planetaria
graves, diríamos, siguiendo el raciocinio de Nordeste, en escala trans-regional[37].
La caña de azúcar ha sostenido, por más de trescientos años los afanes
de lucros de los colonos del Brasil, pero, la naturaleza no perdona, y, después
de la desenfrenado explotación del ambiente natural; se empieza a estudiar
aquellos que fueron los intuitivos consejos de Freyre, que nos hacen comprender
las consecuencias del desarrollo en el breve periodo: enriquecimiento de las
tradicionales familias de propietarias de los ingenios de azúcar, y, el empobrecimiento
de los recursos naturales y humanos usados para producir esta riqueza. El
grafico que sigue, nos da una visión plástica de la situación, desde la
importación de la cultura cañaveral, hasta su decadencia, cuando se empezó a
haber una mayor sensibilidad en relación a un desarrollo integral, con visas a
un longo periodo.
Esta curva, que ilustra la relación entre el tiempo de explotación de
los elementos naturales y la productividad; nos sirve para indicar, como en la Environmental-Kuznets curve, que hay un
umbral ecológico, esto es, que existe una franja de productividad que no afecta
el equilibro ecológico. Se pode notar que, mientras en un periodo breve de
tiempo – la línea que se encuentra abajo del umbral ecológico –, trade-off entre desarrollo ambiente, en
el longo periodo, se verifica una inversión de tendencia, esto es, el
desarrollo pasa a ser un aliado del ambiente
y de las técnicas de cultico autóctonas[38]. Pero, aun hoy, tal reflexión
no es compartida muchos señores de ingenio de azúcar pues, la agricultura
intensiva sigue dando frutos, aun la los recursos naturales ya no correspondan
a una productividad, como antes. Esta visión retrograda se viene manteniendo,
en algunos ambientes, pues, la parte creciente de la curva aun si mantiene
longa, después de más de trescientos años. Todavía, es mejor la prevención que,
la adopción de medidas dirigidas a sanar problemas como el desequilibrio ecológico,
muchas veces verdaderos frenos para el crecimiento económico, como la erosión
del suelo y, sobretodo, la desigualdad social, heredada por la concentración de
tierra por parte de estos latifundistas, que centralizar la utilización de las
mismas en el monocultivo de la rentable cultura de la caña, generando, a causa
de la baja remuneración, desnutrición y miseria alrededor del cañaveral; sin
hablar, de los daños a la salud humana, una vez que, para mantener la
productividad, aumentan, desenfrenadamente, el uso de fertilizantes químicos[39].
2. Medidas para tutelar el ambiente e promover el desarrollo
En los días actuales se observa aun la tendencia en fomentar una agricultura
intensiva de la caña. Esta aumenta la producción al introducir mayor número de
plantas por metro cuadrado de una especie especialmente adaptada, posibilidad
que ofrecen las máquinas empleadas, pero también consume mayor cantidad de
nutrientes del suelo – y eso va a parar a la cosecha que se hace anualmente; no
vuelve al suelo –, con lo que hay que proyectar rotaciones de cultivos – diferentes
cultivos consumen en diferentes proporciones los nutrientes del suelo y pueden
complementarse – y barbechos – dejar un tiempo una parcela de tierra sin
cultivar – para limitar la proliferación de parásitos del cañaveral. También
entran en juego otros factores, como preservar la variedad genética de las
especies ya que no se sabe qué especies serán mejor para afrontar los problemas
que surjan en el futuro.
Esquemáticamente, podemos proponer algunos elementos que, llevando en
consideración las cuatro variables del complejo ecológico, ayudarían a mantener
el dialogo entre la economía, la ética, el ambiente[40].
·
La diversificación de las cosechas
y la rotación de los cultivos.
·
La conservación del suelo y del
agua.
·
La investigación y el uso de
herbicidas, pesticidas y fertilizantes no químicos, que no dañen el equilibrio
del suelo y permitan altos niveles de rendimiento.
·
Las técnicas que permitan reducir o
eliminar el uso de combustibles fósiles.
·
El uso de los residuos y desechos
dentro del sistema de producción alimentaria para reciclar los nutrientes
minerales, evitar la polución y la necesidad de fertilizantes químicos.
·
La investigación y aplicación de
técnicas agrícolas sostenibles, ecológicas y de bajo coste.
·
La recuperación de aquellas
prácticas agrícolas tradicionales que cumplan los requisitos anteriores.
·
Métodos de producción y
comercialización que tengan por objeto ofrecer alimentos frescos y de alta
calidad.
·
El tratamiento más humano de los
animales.
·
Programas educativos para informar
y educar a los consumidores sobre los beneficios de los alimentos producidos
orgánicamente.
·
Iniciativas para fomentar la
producción casera y local de alimentos usando jardines, parcelas y agricultura
urbana.
·
La formación de los agricultores en
la técnicas de la agricultura sostenible y el desarrollo de sus capacidades
comerciales.
·
La educación, el empleo y la investigación
en las zonas rurales.
La sana y rentable utilización de los recursos de la tierra nos
garantizará no solamente el provecho económico y el desarrollo, sino que, al
dar un paso en adelante en relación a la explotación de los recursos naturales,
como en los primeros siglos de la colonización brasileña, donde, hasta un
cierto punto, el señor de ingenio de azúcar estaba condicionado por los
caprichos de tiempo e del espacio[41]; esta gente daría un
salto, de la dominación del ambiente, por medio de la mecanización y de las
modernas técnicas[42], hacia una tomada de
conciencia de la potencialidades y de los limites de su rayo. Pasaría a ser
responsable por la manutención e ecológicamente rentable explotación de los
recursos ambientales necesarios para el desarrollo económico social que la
cultura d la caña de azúcar pode proporcionar a la región nordeste..
Conclusión
En el presente trabajo Gilberto Freire quiso alertarnos para los
problema que hoy se hacen notorio en el nordeste brasileño: la explotación
desenfrenada de los recursos naturales – especialmente de la tierra – y, para la
desigualdad social. La monocultivo cañaveral, aun hoy predominante en la zona
de la mata, provocó da destrucción de un eco-sistema preexistente, que
garantizaba la armonía de la tierra, del río y de la mata. Al mismo tiempo posibilitó
el surgimiento de un sistema, en el modo de decir y analizar gilbertiano, no
solamente patriarcal y si casi feudalista basado en la exploración latifundista
de la caña de azúcar y en la esclavitud negra que, para más allá de sus males,
trajo el desarrollo para la región, permitiéndola mantenerse, por más de
trescientos años, como una de las zonas más prósperas del Brasil de entonces.
Mirando al influjo del monocultivo en la nutrición del hombre nordestino, del pobre o del rico, pero
sobretodo el pobre, él llego a la conclusión que delante de la necesaria y
continua expansión del cañaveral no restaba mucha tierra para producir una
diversidad nutritiva, surge la necesidad de exportar los productos que podrían
ser producidas, sobe el cuesto de vida, la desnutrición en todos los niveles
sociales. Todos pasan a ser esclavos del azúcar, todos sufren los efectos de la
monocultivo y de la sed de ganancias de los señores de ingenio. Solamente en
esto las clases sociales se avecinan.
A este punto, nos viene la pregunta: ¿Es Freire en contra del
desarrollo o de la civilización?¿Donde se equivocaban y equivocan aun hoy los
señores de la caña? Responde el mismo Gilberto cuando afirma que en el
nordeste, la industria del azúcar se tornó, en algunas áreas, delante de la exploración
de la caña terriblemente primitiva en sus métodos, una especie de imperialismo
exótico delante de estas tierras brutas que ese imperialismo dominase,
limitándose solamente a explotar las tierras, sin valorizaras.
Respecto a hombre como persona e trabajador, respecto al eco-sistema,
explotación sustentable y valorización de la tierra son las condiciones para
que la caña pase a ser un elemento generador de desarrollo integral y,
solidaridad entre dominados e dominadores, como encontramos en el lenguaje
freiriano. A este punto, podemos verificar la nuestra hipótesis inicial, que,
aun hoy, en la región nordeste, descrita en la homónima obra de Gilberto
Freyre, podemos percibir un conflicto, en el monocultivo de la caña de azúcar,
entre la tutela del medio ambiente y el desarrollo sustentable. Se por un medio
periodo, la explotación desenfrenada genero riqueza, siempre concentrada en la
mano de pocos, generó el crecimiento complejo de la economía, genero también
mucha desigualdad social, probando que, en realidad, era un desarrollo
aparente. Deseamos, por otro lado, apoyados en los aspectos destruens de la constatación freyriana,
indicar los caminos para un desarrollo integral, basado en una actividad
económica que lleve en consideración los cuatro principios del complejo
ecológico.
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http://grass.itc.it/pipermail/grassuser/1992-April/013735.html
http://www.cdbrasil.cnpm.embrapa.br
http://www.ceha-madeira.net/ecologia/284.htm
http://www.inmet.gov.br/html/clima.php?lnk=/html/
http://www.vatican.va.
Lody, R., Ecologia
em Gilberto Freyre: estética & biologia, Recife, Ciência & Trópico, 1999.
_______, Nordeste:
um livro germinal de Gilberto Freyre sobre ecologia/região/cultual, Ciência & Trópico, Recife, 1990.
P.C. Beltrão, Ecologia
umana e valori etico-religiosi, Roma, Editrice PUG, 1985.
[2] «o livro Nordeste, […] foi escrito para
demonstrar que o Nordeste não era uma região uniforme, mas uma aglutinação de
regiões e sub-regiões que se estendiam desde o Maranhão até a Bahia». Nordeste, 16.
[3] «Região que fora povoada nos primeiros séculos de
colonização e que estrutrara, por meio de culturas diversas, uma sociedade com
características próprias, mas tendo por base três categorias que se
entrecruzam: o latifúndio como forma de propriedade, a monocultura como forma
de exploração econômica e a escravidão como instituição de classe social». Nordeste, 16.
Para la profundizar esta distinccion lease: J. De
Castro, Geografia da fome, Rio de
Janeiro, 1952, 73; o, aun del mismo
autor, Géopolitique de la faim; Paris,
Les Ouvrières, 1955.
[4] «L'uomo infatti, creato ad immagine di Dio, ha ricevuto
il comando di sottomettere a sé
la terra con tutto quanto essa contiene, e di governare il mondo nella giustizia e nella santità, e cosi pure di
riferire a Dio il proprio essere e l'universo intero, riconoscendo in lui il
Creatore di tutte le cose; in modo che, nella subordinazione di tutta la realtà
all'uomo, sia glorificato il nome di Dio su tutta la terra […] Ma quanto più
cresce la potenza degli uomini, tanto più si estende e si allarga la loro responsabilità, sia individuale che
collettiva». (Gaudium et Spes, 34). Se vea, también: P.C. Beltrão, Ecologia umana
e valori etico-religiosi, Roma, Editrice PUG, 1985.
[5] Nordeste,
17.
[6] Cf. http://www.ceha-madeira.net/ecologia/eco4.html
y aun: http://www.ceha -madeira.net/ecologia/284.htm.
[7] Ver en el mapa
agregado la area corespondente a la Mata o Floresta Atlantica, que coresponde a
la franja que cubre el litoral nordestino.
[9] H. Blume,
Geography of sugar cane. Environmental, structural and economical aspects of
cane sugar production, Berlim,
1920; A.W. Crosby, Ecological
imperialism: the biological expansion of Europe 900-1900, Cambridge, 1986(edición en Portugués, S. Paulo, 1993).
[10] M. Lacerda de Melo,
O Açúcar e o homem, 1975 en: Nordeste,
76.
[11] W. Dean,
A ferro e fogo. A História e a devastação de mata atlântica brasileira,
S. Paulo, 1996; N. Deer, Noel, History
of sugar, II, London, 1949.
[12] J. De Castro, Geografia
da fome, Rio de Janeiro, 1952, 73.
[13] Nordeste, 18.
[15] R. Lody, Ecologia em Gilberto Freyre: estética & biologia,
Recife, Ciência & Trópico, 1999.
[16] R. Lody, Nordeste: um livro germinal de Gilberto Freyre sobre ecologia/região/cultual.
Ciência & Trópico, Recife, v.18, n.2, 1990, 179-192. Como ya definió Hauser/Duncan, la ecología humana es el «estudio de la
interacción entre las poblaciones humanas y los ambientes naturales por medio
de la tecnología regulada por las organizaciones sociales». (Hausen/Duncan en: Ecologia
umana e valori etico-religiosi, 32).
[17] R. Lody, Nordeste: um livro germinal de Gilberto Freyre…, 179-192
[18] Las cuatro variables del completo ecológico nacen de
la definición de ecología de Hauser/Duncan.
Para
profundizar las variables fundamentales y cruciales del complejo ecológico
véase el agregado cuatro e léase: Ecologia umana e valori etico-religiosi, 33-56.
[19] Ecologia umana
e valori etico-religiosi, 33. Incluye el ambiente físico, el ambiente
vegetal y, el ambiente animal. Beltrão, todavía, explica que, por ambiente físico se
comprende los «risorse minerali non rinovabili,
almeno naturalmente ed a corto periodo geologico, [la] energia, terra, acqua,
aria, ecc». (Ibid.).
[20] Nordeste,
17.
clima/mapas/.
[22] Nordeste,
71.
[23] Nordeste,
60.
[24] Nordeste, 64.
[25] Nordeste,
71.
[26] Nordeste,
60.
[27] Nordeste,
81.
[28] Nordeste,
12-23.
[29] Nordeste,
112.
[30] Nordeste,
112.
[31] Nordeste,
26-27.
[32] Nordeste,
116.
[33] http://es.wikipedia.org/wiki/Desarrollo_sostenible.
[34] http://grass.itc.it/pipermail/grassuser/1992-April/013735.html
[35] «A ecologia situada na compreensão regional e na harmonia
cultural do Nordeste também expressa um valor estético de convivências e de
preservação às espécies nativas e outras trazidas da Ásia, da África e da
Europa. Certamente os cuidados biológicos, de preservação, manutenção de
espécies, criação de áreas de proteção, políticas públicas e ações originais de
diferentes segmentos da sociedade civil organizada têm compreensão plena e
plural da ecologia, diga-se ecologia integrada a cultura, talvez melhor dizendo
uma busca pela etno-ecologia - uma maneira mais sensível de viver e entender a
natureza». http://prossiga.bvgf.fgf.org.br/portugues/critica/palestras/ecologia.htm.
[36] Es por esto que Freyre culpa la irresponsabilidad
del señor de ingenio de caña: «El monocultivador rico del nordeste hizo del
agua de los ríos un miador […] de las caldas, que olen mal, de sus usinas.[…]
matan a los peces. Envenenan a los peces. Ensucian los margines. La calda de
las usinas de azúcar echan todas las cosechas en las aguas de los ríos
sacrifica cada final de año una parte considerable de la producción de peces
del nordeste». Nordeste, 71.
[37] Nordeste,
37.
[38] Otro elemento que debe ser metido en destaque es, el
aprovechamiento de las técnicas autóctonas para la solución de los problemas
relacionados con la naturaleza, haciéndolo pasar a ser aliado de la tecnología.
Uno y otro, ayudando a mantener la curva de producción y utilización
tecnológica, dentro del umbral ecológico.
[39] José Luis Bravo, describiendo la tendencia de la agricultura
española hacia un modelo agrícola intensivo se lamenta, y, podemos aplicar
constatación a la cultura cañaveral: «El modelo actual de agricultura basado en el monocultivo
intensivo [de la caña] es insostenible ecológicamente, sanitariamente peligroso
y financieramente ruinoso. Este modelo, promovido por la industria
petroquímica, se basa en la lucha contra la naturaleza: rompe el equilibrio de
los ecosistemas, reduce su diversidad genética natural, necesita cantidades
ingentes y crecientes de sustancias químicas, acelera la erosión del suelo y la
pérdida de sus minerales, contamina las aguas subterráneas y los ríos,
extermina innumerables especies de organismos vivos del suelo vitales para el
equilibrio y la salud de las cosechas, etc. La resistencia creciente de los
insectos y las hierbas a los insecticídas y herbicídas es un problema cada vez
mayor». José Luis Bravo en: http://soria-goig.com/despoblacion/despo_12.htm.
[40] El esquema que sigue parece sonar como respuesta a
las quejas de Freyre, expuestas en el capitulo anterior de este trabajo.
Algunas de estas, ya se encontraban en Nordeste,
como podemos verificar en la presentación que hace del libro el profesor Manuel
Correia de Andrade, de la Universidad Federal de Pernambuco. Nordest, 13-36.
[46] Ecologia umana e valori etico-religiosi, 33.
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